Charrúa. El fuego como hilo conductor de su oferta.
Charrúa es un restaurante ubicado en la zona de Salesas que, en poco tiempo desde su apertura, se ha abierto un hueco para los amantes de la alimentación carnívora.
El local que Charrúa presenta en la capital, es la continuación o la sucursal madrileña, del local del mismo nombre con la que los propietarios – Ignacio Juanvelz y Rodrigo Marchal, uruguayo y gallego respectivamente- iniciaron sus actividades hosteleras en A Coruña y que merced a su buen trabajo, han tenido continuidad con Cannibal – con establecimientos en ambas poblaciones- y que en el primer trimestre del próximo 2020 continuará con una versión más dedicada a marisco y pescado en el local que hasta hace poco tiempo ocupaba Casa Gades – todo un clásico en la oferta gastronómica madrileña, que ha cerrado sus puertas- y tan próximo al local de Charrúa que pueden ser considerados como vecinos.
Ambos establecimientos responden a la búsqueda de la satisfacción del cliente pero con diferentes propuestas, si buscas producto crudo o semicrudo: ceviches, tiraditos, marisco …. el sitio es Cannibal, mientras que si buscas productos tratado a la parrilla tu sitio es Charrúa, y próximamente si te gusta el marisco o el pescado – gallegos – tratados a la parrilla, tu sitio será el próximo establecimiento.
Y si bien el nombre de Cannibal – aunque en Madrid se le añade Raw Bar- se puede asociar con la ingesta de productos crudos o semicrudos- ¿de donde viene el nombre de Charrúa? La respuesta es fácil, solo hay que pensar en los lugares de origen de los propietarios, Galicia inspira el primero de ellos mientras que Uruguay inspira el segundo.
Y más concretamente los Charrúas, una tribu de cazadores que habitaban en la zona sur de Uruguay y para los cuales, el fuego era un elemento fundamental en su modo de vida. De igual manera, en este establecimiento, el fuego y la parrilla marcan la línea de su oferta gastronómica.
Y ello se percibe nada más entrar al establecimiento, apenas subes unos pocos escalones te encuentras frente al asador, donde el fuego brilla e ilumina la zona y los productos puestos en su parrilla llenan el local de buenos olores. Es sin duda, un buen recibimiento.
El local conserva elementos del pasado: vigas o columnas de hierro; una decoración sencilla que contribuye a conseguir del local un efecto cómodo y acogedor.
La oferta gastronómica, salvo algunas pocas excepciones se centra en el fuego, en la parrilla. Por ella pasan casi todos los productos que se ofrecen en su carta.
De entre las propuestas que “se libran del fuego” existe un apartado dedicado a las ensaladas, y dentro de estas, hay una muy original y muy sabrosa que denominan la Ensalada de Nini, compuesta por espinacas, aguacate, tomate seco, láminas de parmesano y muy bien aderezada con savora (mostaza argentina) y miel.
Antes de pasar al capítulo “carnívoro”, pero ya dentro del apartado “pasado por el fuego”, destacable su Chorizo criollo – en mi opinión más suave que la versión argentina-, y sus verduras a la parrilla, de estas, hemos probado sus Puerros, su Calabacín, sus Pimientos o sus Tomates, en todos los casos, espléndidamente tratadas.
Y ya entrando en las carnes, ofrecen una interesante gama de orígenes, desde los novillos uruguayos, pasando por el Black Angus americano, o la raza Simmental europea hasta llegar a la oferta nacional representada por la vaca rubia gallega, la raza retinta o las chuletas de Luismi.
En nuestro caso hemos probado las razas Simmental y la Retinta nacional. Ambas tiernas, jugosas, con el punto de parrilla adecuado, pero en lo que compete al sabor, mejor – según nuestro gusto- esta última.
Por último el capítulo dedicado a los postres, espacio donde no puede faltar el chocolate o el dulce de leche, este último ideal para los golosos que aquí quedarán saciados.
Como ejemplo de esto último, solo dos muestras: los Panqueques rellenos de dulce de leche y el Volcán de dulce de leche, que como su nombre indica es un volcán, una explosión de dulzor, que aunque supongo que algún nutricionista pondría el grito en el cielo, de verdad, está muy bueno.
En definitiva, un muy buen lugar, donde se ofrece un conjunto de productos de buena calidad, tratados – y muy bien por cierto- a la parrilla, con unas instalaciones cómodas y agradables y un servicio de sala que muestra eficacia.
Calle del Conde de Xiquena, 4 (Madrid)
Tlf: 91 279 16 01
Precio medio, en torno a 45 – 60 €/pax