Solana. Restaurante cántabro con amplio reconocimiento.
Solana es un restaurante de carácter familiar, ubicado en una casona típica de la región, donde predomina la madera y la piedra, y situado casi frente al santuario de la Bien Aparecida – patrona de Cantabria- en el municipio de Ampuero.
Restaurante bien conocido en el mundo de la gastronomía que goza de positivas opiniones tanto por crítica como por los aficionados al buen comer. Opiniones positivas que además le han valido que la guia Michelin le haya otorgado una estrella michelin y nuestra guia Repsol, dos soles.
La historia del restaurante Solana se remonta hasta el año 1940 cuando la primera generación de este restaurante familiar comenzó la andadura, ofreciendo, con un bar-restaurante y con escasos medios comparado con la situación actual, recetas que se elaboraban con alimentos que se cultivaban en el mismo pueblo, y ello sin desatender sus labores cotidianas.
Los tiempos cambian y la familia aumenta. Dos de esos descendientes deciden dedicarse al negocio de la hostelería, uno de ellos, Jesús, emigra a Luxemburgo donde instala un restaurante de igual nombre y otro de ellos, José Antonio queda al frente del negocio familiar.
La primera remodelación tuvo lugar en 1971, remodelación que aún perdura y que le da ese aire de establecimiento de pueblo y que, exteriormente, no refleja su contenido. Por fuera tiene el aspecto de una casona casi aislada en el campo, pero vaya campo, nada menos que con el santuario de la patrona de Cantabria casi situada enfrente, con buenos espacios para aparcar el coche, con una carretera bien asfaltada lo cual facilita el acceso con facilidad, y con unas vistas a la montaña que alimentan.
Con el tiempo, los hijos, Ignacio e Inma, toman las riendas e inician el despegue del que hoy es uno de los seis establecimientos cántabros premiados con estrellas por la guía Michelin.
El actual chef, Ignacio Solana, después de su ciclo de formación y práctica por diferentes establecimientos de renombre, se incorpora en 2004, estableciendo en el 2007 un anexo donde ofrecer un restaurante gastronómico con vistas directas a la montaña, donde poder ofrecer a los clientes una cocina de corte contemporánea basada en las recetas tradicionales, y que utiliza tanto los productos propios de la temporada como los sabores de los guisos caseros con los que se crió.
A ello acompaña la calidez de la sala, dirigida por Inma – hermana de Ignacio -, que sabe dotarla de un trato cercano pero al mismo tiempo con la profesionalidad que se presupone a un establecimiento de su categoría. Si además unimos que la sala es una sala elegante, muy bien montada y con unas vistas relajantes a la montaña, el resultado es gratificante.
Pues bien, esa dualidad que antes apuntaba, entre la cocina de raíces y la cocina más contemporánea se percibe en la lectura de la carta, en ella hay apartados para las propuestas mas tradicionales, bajo el epígrafe: la cocina de Begoña – madre de Ignacio, cocina que representa la tradición-; la cocina de Ignacio – la contemporaneidad-, junto con un menú de degustación que recoge las ultimas novedades de cocina y temporada.
Estamos ante una cocina que refleja equilibrio entre la cocina tradicional y la cocina moderna. Desde la utilización de productos de calidad, que son los protagonistas de su oferta gastronómica, ésta, se caracteriza por el mínimo toque al producto, por tratar de que los platos se expliquen a si mismos a través de los sentidos de la vista y del gusto, es decir, la estética y el paladar forman parte muy importante de la experiencia gastronómica de Solana.
En nuestra visita y acompañado de un Valenciso blanco DO Rioja, variedad de 70% uva viura y 30% de uva garnacha blanca, nos hemos decantado por su menú de degustación que en nuestra opinión, puede permitir, en un primer acercamiento, conocer la gastronomía que se gesta en las cocinas de Solana.
- Lingote de foie, chocolate blanco, caviar, Px. Se toma con la mano como si fuera un bombón para que explosione en boca el conjunto de sabores. Muy bueno.
- Croqueta campeona del mundo 2017 en Madrid Fusión. Semi liquida en su interior, rebozado crujiente, sabor suave y delicada. Está muy buena, pero no me atrevo a decir que sea la mejor del mundo.
- Buñuelo de compango. Guiño a la cocina tradicional.
- Bocadillo de anchoa, tomate, queso y albahaca. Poco que añadir, una foto vale más que mil palabras. Muy bueno.
- Alcachofa natural confitada en aceite y terminada a la plancha. Buen producto.
- Tartar de salmón rojo de Alaska con aguacate y helados de pepino e hinojo. El recipiente contiene nitrógeno liquido en el fondo y al verter sobre el conjunto sidra caliente produce un efecto de humo que acerca a la sensación de frio de Alaska. Sensacional plato.
- Ensalada de bogavante. Un salpicón de bogavante en la base, coronado con dos presentaciones del mismo bogavante: en forma de mousse y en forma de carpaccio.
- Melón con jamon de mar (ventresca de bonito) y ceviche de aji amarillo. Melón en crudo y en forma de granizado, acompañado de ventresca de cimarrón que hace las veces del jamón, con un suave ceviche de ají amarillo. Plato estético y con un sabor agradable que pide más cantidad.
- Ravioli de boniato, setas, trufa y foie con sopa de rabo de toro. Otro ejemplo de la creatividad del chef. Plato con sabor suave y muy equilibrado.
- Cocido montañés. Versión actualizada del clásico plato cántabro. En la base una gelatina de berza, sobre ella la alubia, la mousse de morcilla, los trozos de tocino y la sal de chorizo y se termina con un caldo del propio cocido. Extraordinaria versión y actualización de un plato tradicional.
- Pieza de ternera con clorofila y salsa bearnesa de pimienta. Carne muy tierna y jugosa acompañada de, posiblemente, la salsa mas conocida de la cocina francesa. Es un plato ganador, muy bien cocinado.
- Callos de bacalao estofados con carabinero y crujiente de la piel del bacalao. Plato meloso, donde la presencia del carabinero le realza.
- Rape negro, curry rojo, moluscos, aire de agua de mar. Estéticamente es un plato bonito, con buen producto y con buena textura, pero al caldo le faltaba intensidad.
- Crujiente de chón con su jugo acompañado de cortes de manzana y apio. Cochinillo asado muy tierno con la piel crujiente al que la presencia de la manzana y el apio le aporta frescura y un toque de acidez.
- Cromatismo rojo de fresas y tomate. Fresas maceradas en vinagre de fresa con sorbete de tomate y coronado con un crujiente de frutos rojos.
- Viaje a Thailandia. Crema de especias thai en la base, formado entre otras especies por cúrcuma, galanga, curry, jengibre …. , sobre ella trozos de mango natural con sorbete de yogurt, crujiente de merengue, ralladura de lima y terminado con una crema fría de mango, papaya, fruta de la pasión, y cítricos. Postre diferente con una amalgama de sabores que en su conjunto resulta un postre refrescante.
- Petits fours. Gominola de fruta de la pasión; Roca de dulce de leche y Coquito.
Con un café con hielo y una manzanilla, ponemos punto final a esta visita que nos deja convencidos de que en Solana hay buena cocina y un muy buen cocinero, que emplea un buen producto y aporta buenas ideas para conseguir actualizar la cocina cántabra.
La Bien Aparecida, 11 Ampuero (Santander)
Tlf: 942 676 718
Precio medio, en torno a 90 – 95 €/pax (Basado en el Menú Degustación)
Valoracion
Valoraciones de los usuarios
Resumen
Solana es un restaurante cántabro que presenta una cocina de base tradicional con grandes dosis de creatividad que le ha valido para recibir el reconocimiento de la guia Michelin y de la guia Repsol con una estrella y dos soles, respectivamente. Una cocina con buen producto y un cocinero con buenas ideas para actualizar la cocina cántabra.