Café de Paris. Oportunidad de degustar en la capital la mítica salsa Café de París.
El Café de Paris,- actualmente con dos establecimientos abiertos – el primigenio en la calle Conde de Aranda, y recientemente en la calle Felix Boix-, es un restaurante que ha situado en la capital, la oferta culinaria del afamado Café de Paris ginebrino.
El restaurante reproduce la oferta gastronómica que desde hace muchos años, comenzara a ofrecer el primero de los restaurantes de la saga Café de Paris y que pivota en torno a dos propuestas: el entrecote y la muy conocida salsa Café de Paris, el resto de la oferta: las patatas fritas, y la ensalada verde del comienzo, se pueden considerar como meros acompañamientos del menú único.
Por muy buena que esté la carne – y lo está-, o lo agradable que resulten unas patatas muy bien fritas y crujientes, o la frescura de la ensalada verde con la que comienza el menú, sin duda el protagonismo se lo lleva la salsa Café de Paris.
Una salsa que fue creada allá por el 1930, por M. Bouvier, propietario del restaurante Le Coq d’Or de Ginebra (Suiza), que la utilizaban como acompañamiento a las piezas de carne de buey. La formula de la salsa – aún hoy secreta- fue transmitida a su hija que posteriormente casaría con Arthur-François Dumont propietario del restaurante Café de Paris también situado en Ginebra, que popularizó la salsa hasta que en 1942 y dado el éxito de su propuesta, decidió dar un cambio radical, dando a la salsa el nombre del restaurante, y pasando a ofrecer un menú único basado en un entrecote fileteado y bañado en la famosa salsa.
Ese concepto hoy no solo se puede degustar en la “casa madre”, hoy llamada Chez Boubier – Café de Paris, o en Madrid, también en otros lugares como Sion (Suiza), Dubai, Abu Dhabi o Estocolmo, en todos ellos la oferta es la misma. Oferta sencilla, basada en buenos productos, sabrosa y donde la salsa – que es enviada a los distintos restaurantes desde Ginebra- es la autentica protagonista. Y no es de extrañar, está muy buena.
Poco se conoce, con certeza absoluta, acerca de su composición, y ello a pesar de que muchos “paladares finos” han intentado – a base de probarla y probarla – desvelar su secreto.
Entre estos, existe la opción del chef Paul Gineste de Saurs, cuyos descendientes abrieron diferentes restaurantes donde – decían- que ofrecían su versión de la salsa Café de Paris asegurando haber descubierto la fórmula original o la empresa suiza Gautschi Spezialitaten AG que comercializa esa salsa – entre otras muchas- y que está presente en los lineales de muchos supermercados.
Esta última sí la he probado y estando cerca no me ha sabido igual que la probada en el restaurante “original”.
De la receta original se sabe con certeza su base de mantequilla fundida y a partir de ahí, especias, hierbas y seguramente algúnos otros elemento que nadie ha podido identificar con exactitud.
Los “ paladares más finos” se atreven a enumerar los siguientes componentes: kétchup, mostaza, mejorana, romero, eneldo, tomillo, hojas de estragón, ajo, anchoas en salazón, perejil, alcaparras, chalotas, salsa Worcestershire, cayena, pimienta negra, pimentón, ralladura de limón y de naranja, sal, curry en polvo, coñac, madeira/oporto, todo ello mezclado con mantequilla fundida pero su orden de mezcla y la proporción de cada componente sigue siendo una incógnita. Nada grave, por otra parte, así se mantiene una aire de intriga, de misterio que anima a seguir probando.
Donde no hay intriga ni misterio es en la decoración de local, que desde la entrada con su toldo en color burdeos te sitúa en el ambiente propio de los bistros parisinos del siglo pasado: sus cristaleras, sus espejos, sus tulipas color vino, sus techos altos, la decoración de sus paredes, sus bancos corridos, sus sillas o sus mesas de mármol. Es una puesta en escena bien conseguida acorde con el nombre del local. Puesta en escena ala que acompaña un servicio de sala, muy activo y cordial con la clientela.
Su oferta de vinos no es amplia, pero es suficiente para acompañar a la oferta solida basada en la carne, con cinco puntos de terminación, sus patatas fritas – cantidad a voluntad del comensal, su ensalada previa, su salsa y su lista de postres más que completa.
Y ya pasamos al menú :
- Ensalada verde, con diferentes tipos de lechuga servida ya aliñada. Un comienzo fresco y que prepara el estómago.
- Entrecot de ternera con cinco posibilidades de terminación (bleu, saignant, a point, rose, bien cuit), y patatas fritas a voluntad. Bien la carne, con el punto solicitado y con unas patatas – que repetimos- crujientes y sin nada de grasa sobrante. Se sirve la carne fileteada junto con la salsa, en el centro de la mesa, en una fuente sobre un infiernillo para que no pierda temperatura y se termine de hacer.
De la oferta de postres, seleccionamos
- Crêpe suzette. Se presenta a la mesa ya elaborada desde cocina, con lo cual se pierde toda esa ceremonia de presenciar como elaboran la crêpe en tu presencia. Nada grave, tiene un sabor suave, resulta muy jugosa. Muy buena.
Con nuestro café con hielo y una manzanilla ya vamos poniendo el final a una experiencia gastronómica, diferente, con muy buenas maneras, donde se utiliza un buen producto, bien cocinado y donde su salsa es un plus muy a su favor que realza la carne, y que deja muy buenas sensaciones gustativas, hasta el punto de dejar abierta la puerta para nuevas visitas.
Calle Conde de Aranda, 11 / Calle Felix Boix, 8 Madrid
Tlf: 91 578 41 91 / 91 708 79 41
Precio medio, en torno a 30 – 35 €/pax
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Resumen
Café de París es un restaurante - con dos locales en la capital-, donde se reproduce la original propuesta gastronómica que nace en Ginebra en 1942 basada en un menú único donde su principal reclamo es su mítica salsa Café de París que acompaña a un excelente entrecot.